A todos nos cuesta hablar en público, actuar, subir a un escenario… Absolutamente a todos. Los actores dicen que «se aprende a actuar cuando gastas un par de zapatos en el escenario». Es decir, que tienen que actuar mucho hasta llegar a acostumbrarse a sus nervios y a sus miedos. Por eso, lo primero que tienes que asimilar es que esa presentación o exposición individual, lejos de ser una jugarreta del destino, es una oportunidad para presentarte como experto; para persuadir y que acepten tus ideas, recomendaciones, propuestas…; para resaltar tus cualidades como líder; para demostrar iniciativa, creatividad, confianza, organización… o para demostrar que dominas esta forma de comunicar.
Claro que, es fácil decirlo pero ¿y hacerlo? ¿Cómo se auto convence uno de que ese reto no es otra cosa más que una oportunidad?
En primer lugar, sabiendo que no eres el único, que no estás solo. De hecho, en España existe un gran déficit en el manejo de la oratoria. Algo que no pasa en la cultura anglosajona. Seguro que alguna vez te has visto en una situación en la que te han propuesto lo siguiente: «quiero que pronuncies unas palabras el día de mi boda». O por ejemplo, en una entrevista de trabajo te dicen: «tiene cinco minutos para hablarme de usted». Y después… Nervios. Estrés. Angustia. De nada sirve eso de ensayar delante del espejo, algo que nos han recomendado durante toda la vida.
Comunicar de manera eficaz puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso.
En segundo lugar, nadie nace con el don de la palabra, pero con una buena formación, se pueden conseguir resultados inimaginables. Además, una vez aprendes a comunicar acabas disfrutando del momento. Por ello, uno de los principales objetivos del curso Comunicar y hablar en público es conseguir que cualquier intervención se convierta en una experiencia, tanto para ti como para el público.
A comunicar se aprende comunicando y todo es cuestión de práctica, pero es muy importante recibir una formación adecuada. El autodidacta puede perder el miedo escénico gracias a la práctica, e incluso deleitarse con la exposición en público. Pero la calidad de su intervención, su capacidad para conectar con el auditorio, para persuadirle y dejar huella, dependerá del buen uso que haga de las herramientas adquiridas durante un adecuado periodo de formación.
En definitiva, comunicar de manera eficaz puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso. Ya en la época clásica, la retórica se convirtió en un instrumento decisivo para encumbrar a personas que hacían del discurso casi su signo de distinción (hoy sería algo así como el branding). Y aunque la evolución de los tiempos ha modificado los modos y maneras de expresión, sigue siendo una exigencia indiscutible el dominio de unas buenas habilidades comunicativas. No solo para garantizar el éxito, sino para evitar quedar excluido de un mundo laboral cada vez más competitivo, exigente y multidisciplinar.
Comunicar con persuasión significa ser capaz de cumplir el objetivo que hay detrás de cada mensaje, presentación o discurso: conmover, convencer, informar, divertir, entretener, lograr adhesiones, dejar huella… Y para abordar esas competencias esenciales no basta con practicar, es necesario aprender.
Loles Antolí Meseguer
Socia directora en Lara&Antolí Comunicación